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lunes, 31 de octubre de 2011

siempre.

Aquel día fue muy extraño, parecía tan normal como de costumbre, al despertarme con ese maldito sonido del terrible despertador, las tostadas quemadas solo por un lado gracias a mi tostadora profesional, la gota de zumo que siempre se me cae al sacar la cuchara para remover el azucar, todo parecía tan normal como de costumbre, pero no sabia lo que aquel día me deparaba. La mañana fue ajetreada, papeles por todos lados, la oficina descolocada, no sé porque esa mañana recordé que de joven hubiese querido tener mi uniforme, mi casco, pero quedé aquí, en esta oficina descolorida, en vez de salvando vidas agenas. Todavía no sabía nada de lo que iba a ocurrir. Al llegar la tarde intenté regresar a casa, pero por alguna extraña razón se me ocurrió pasear por el parque central antes de centrarme en la rutina del papeleo. Era un día bonito, un par de nubes blancas, rayos de sol por todas partes, era muy agradable pasear por allí, el cesped mojado dejaba un ambiente de verano, y tan solo estabamos en Abril. Todo era normal, era un día común con pequeños detalles de recuerdos, sin embargo, la vi, era Ella, estaba completamente seguro de que era Ella, mucho más cambiada, es cierto, pero aún así me era imposible confundir sus ojos brillantes, marrones, color coca-cola, su larga melena, recogida en este caso, pero era Ella, las mariposas en el estómago me lo confirmaron. No supe que hacer, se la veía tan rara, tan diferente, triste, sola, con un libro nada más, un libro al parecer antiguo, apuesto que estaba buscando información de algún extraño suceso, siempre había sido muy observadora, Ella no era la que yo conocí, de eso estoy seguro, estaba muy cambiada, pero supe que algo dentro me indicaba que quedaba amor dentro de nosotros. No hice nada, ni siquiera la saludé como a cualquier peatón normal, me limite a mirarla desde lejos, seguía tan guapa como siempre, pero no pude contemplar aquellas sonrisas que me enamoraban, recordé sus señales en las muñecas, pero no pude verlas, llevaba los brazos tapados. Comenzó a llorar, no pude hacer nada, se marchó rápidamente, sin que pudiera ver hacia donde, me dolió tanto como las veces anteriores, esas veces ya lejanas.

sábado, 22 de octubre de 2011

sábado, 15 de octubre de 2011

Promete que promete.

Prométeme, que cada luna menguante vendrás a negarme un beso, y cada luna creciente, me entregarás tu corazón de nuevo. Prométeme, que no me mirarás adrede, y que querrás ver mi sonrisa.
Prométeme, que no me querrás nunca tanto como nadie, y menos que ningún otro.
Prométeme, que no habrá promesas, que solo habrá hechos.