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miércoles, 1 de junio de 2011

¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo?

Sinceramente, no sé que fue, si el obsceno guiñar de las luces, si el perfume que desprendía, si la venda transparente que no me dejaba visualizar, no lo sé. Sentí. Y a raíz de aquello ves lo que es la vida. Solo dejamos que ocurriera. Y nos dimos cuenta de que eso no era un sueño, que lo vivimos día a día sin que nadie lo aprecie. Insignificantemente importante, y parece estar escondido como esos cuadros con doble cara, de los que nadie sospecha y que tanto guardan. Y en cada paso ves algo nuevo, y no le encuentras explicación, porque la vida es eso, andar sin saber a donde, vivir sin saber por qué. Y te queda poco tiempo. Cada vez minimizas esa impotencia más aún de lo que un día lo hicieron. Y temblaba cada poro de mi piel, incontrolablemente difícil de asimilar y dijiste: tranquila todo irá bien. Los ojos hablan más rápido que el corazón, se adelantan a una boca que va a decir te quiero. Yo lo supe, en menos de un segundo como se suelen saber las cosas importantes. Vuelve a dejarme sin palabras, sin aliento. Un recuerdo poco efímero, que predomina tus horas y desordena tu conciencia. Rozando la perfección y el gozo de las inmensas sensaciones conocidas. Y no puedes retroceder, recuerdas que esto es la vida, la realidad, aunque no te importa, porque no querrías volver atrás. Como la primera sonrisa, o tal vez mucho más intensa. Comienza. Como en las etapas del principio, sin saber que es. Y entonces recordé que era la vida. Primera. Sensación extrañamente conocida. Nada importa, sigue el momento, llega al límite. Segunda. Nueva etapa, indescriptible. Pretendes que acabe, quieres que no llegue el final. Pero no decides, el destino está fijado, y el segundo exacto escrito. Tres, Cuatro. Tan solo número que no tiene un concreto objetivo, tan solo existen, como el deseo y la atracción. Nadie lo entiende, es una locura. Cierro los ojos. Descubres un mundo nuevo, como una barrera entre el bien y el mal, lo nuevo y lo antiguo. Los abres, pero no despiertas, ¿Por qué no puedes? Simplemente, porque es la vida, es real, no es un sueño.







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