Seguidores

sábado, 20 de noviembre de 2010

Residencia de corazones Rotos


- Desde luego, ha sido un estropicio -dijo-. Casi de primera categoría.
- ¿ Se refiere a... mi corazón ?
- En efecto.
- ¿ Hay muchas categorías ?
- Cinco - manifestó el doctor-. Rotura máxima, muy difícil de arreglar porque, además de estallar, lo hace en tantos pedazos que algunos son apenas perceptibles, pura arena; rotura grave, muchos pedazos, pero ninguna pérdida sustancial; rotura normal, menos de veinticinco pedazos y más de diez; rotura leve, entre diez y cinco, y rotura puntual, menos de cinco.
-¿ Cuál es la mía ?
- La normal.
Ni siquiera era grave o máxima. Normal. Estaba segura de quererlo con todas sus fuerzas, con todo su ser, con toda su energía...
- Sé lo que estás pensando, y la clase de rotura no tiene nada que ver con la clase de amor. Se trata más bien de tus defensas, de tu manera de tomarte la vida. Hay gente muy trágica, que dramatiza todo lo que hace, y hay gente más racional, menos visceral e impulsiva. A ti, por ejemplo, te costó ceder, caer en las redes del amor. No te veías capaz, no te crías madura... Y todo esto te protegió un poco, como muestra tu gráfica afectiva, aunque luego te rindieras y entregaras todo tu amor a ese chico. De todas formas, dentro de ser normal, se acerca al límite: veintitrés pedazos.
Intentó imaginarse su corazón roto en veintitrés pedazos y no pudo.
Un corazón era una masa de carne, de músculos y nervios.
¿ O no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario